domingo, 18 de diciembre de 2011

DEL COMITE DE ENTRENADORES

Si al Arbritro
RECOPILACION DE UN ARTICULO DEL C. DE ENTRENADORES, QUE TIEMPOS AQUELLOS.........
(Julio 1979)

NO es el árbitro, o debe serlo, el enemigo que hace imposible el juego. Sino el juez y la persona que posibilita el reglamento y permite que el fútbol se desarrolle en todas sus posibilidades, que son muchas.

El árbitro se ha convertido en tema del fútbol. Cuando en realidad no debería haber alcanzado la categoría de personaje. Entre unos y otros, también entre los árbitros, estamos contribuyendo a que no sea precisamente el reglamento quien presida el juego sino los mil y un sucesos que jalonan cada partido. Unas veces será el público, otras los malos modos de los jugadores, otras las presiones ambientales estimuladas por los que escribimos, otras por la incompetencia de los jueces auxiliares desde la banda o por los mismos árbitros, quienes estamos entorpeciendo una tarea, la de arbitrar, necesaria, difícil pero ni mucho menos imposible.

Y este tema o problema arbitral existe desde que el fútbol es fútbol. No es de ahora. La fotografía rancia del fútbol de hace varios años, la de las intervenciones de Pedro Escartín, nos lo confirman. Parece como si en esto del fútbol nunca rodara la pelota a gusto de todos.

Los entrenadores tenemos mucho que decir y mucho que exigir a nuestros jugadores en el comportamiento correcto dentro y fuera del terreno de juego. Y por lo que se refiere a las relaciones con los árbitros la exigencia debiera ser sin reservas. La autoridad y el ejercicio de esa autoridad es algo que no debe quedar en entredicho, no debe discutirse por nin- gún futbolista. Y, sin embargo, el espectáculo que a veces contemplamos en los campos de fútbol es bochornoso. Siempre habrá buenos y desacertados arbitrajes, como hay jugadas geniales que permiten ganar un partido y torpezas mayúsculas que causan las derrotas sin necesidad de atribuir el éxito conseguido a que un árbitro esté comprado o a que un árbitro pite contra el equipo que perdió el partido. Lo fácil es escamotear la propia responsabilidad y sacudirse el fracaso sobre las espaldas del árbitro, como fácil será a su vez el que los directivos cambien sin ton ni son a sus entrenadores cuando los resultados no le son propicios. Siempre es «el otro» el que tiene la culpa.

Por eso hemos traído esta sección aquí como cierre de la revista El entrenador español. Y le hemos concedido a Sánchez Ibáñez su parcela de comentarista, como profesor de la Escuela Nacional de Entrenadores. Para que también sean los árbitros los que con nosotros hagan posible este espectáculo magnífico que es el fútbol. Para que entre todos acertemos en la definición de lo que está permitido o no está permitido. Para que desaparezcan en lo posible todas esas interpretaciones subjetivas-arbitrarias, que no arbitrales, que tanto confunden a la opinión pública.

El árbitro no es enemigo del entrenador como no lo es el entrenador de la federacion. Lo que sea después será cuestión personal pero que no está justificada por el reglamento. Si el árbitro, en primer término, es un posibilitador del reglamento y el reglamento es el que hace posible el fútbol y del fútbol vivimos los profesionales que a él nos dedicamos, es fácil concluir que o entre todos nos responsabilizamos de este fútbol tan controvertido ahora y siempre, o lo zarandeamos más aún con el peligro de que algún día se nos quede sin fuerzas de tanto batacazo.

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